Poco
antes de cumplir 18 años, es decir, cuando tenía 17, al gigante se le olvidó
cómo llorar.
A
la vida no le importó el tamaño y fortaleza de su cuerpo, y como a los pequeños
mortales, lo enredó en sus hilos.
El
gigante se vio envuelto en una sucesión de acontecimientos que no pudo
controlar…Su fortaleza se convirtió en adorno…
Cuando
los dioses decidieron dejar de jugar y perturbar al gigante, éste, azorado, se
encontró acompañado de su soledad.
La
perplejidad fue más poderosa que el gigante…El dolor hizo residencia en su
pecho…Quiso llorar y no pudo…El dolor secó las lágrimas…
El
gigante, que sí es inmortal, dos décadas después ha recobrado la
compostura…Pero se le olvidó cómo llorar…
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